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El Aceite de Oliva en la religión y la mitología

A lo largo de los siglos la historia de las culturas ribereñas del mediterráneo se ha visto marcada por un árbol que ha sido cultivado, mimado y casi adorado, entre lo real y lo legendario: el olivo y, naturalmente, su aceite.

Tan lejana es esta intima relación que en la tumba de Adán ya habría crecido un olivo y aparece en la crónica del diluvio universal. La paloma que regresa al arca de Noé lo hace con un ramo de olivo en su pico, como señal del final de la tormenta que habría asolado la tierra. Desde entonces el olivo es, junto a la paloma, símbolo universal de la paz entre los pueblos, simbología que ha llegado hasta nuestros días representada por artistas tan reconocidos como el mismo Picasso, aunque podemos encontrar referencias ya en la Eneida de Virgilio.

Para el cristianismo es un árbol casi sagrado, no olvidemos que Jesús hizo su entrada en Jerusalén entre palmas y ramos de olivo, que oró en el huerto de los olivos e incluso existen versiones de su pasión y muerte que aseguran que la cruz en la que murió era de madera de este árbol.

En cuanto al Aceite de Oliva ya era usado por los judíos en sus unciones, costumbre que fue conservada por los cristianos. También en el Corán se califica al olivo como árbol bendito y a su aceite como luz de luz. En el antiguo Egipto su cultivo se remonta al menos dos mil años antes de Cristo y, según su mitología, el método para la fabricación del Aceite de Oliva habría sido ideado por Isis, la mujer de Osiris. También este aceite era utilizado como ungüento para la conservación de las momias, muchas de las cuales han aparecido tocadas con una corona confeccionada con ramas de olivo.

El Aceite de Oliva en el Imperio Romano y la antigua Grecia

Andalucía, coincidente en gran parte con la provincia romana de la Bética, una de las más ricas y fecundas del imperio romano, era la tierra que suministraba la mayor parte del Aceite de Oliva que en su basto territorio se consumía, lo que suponía cantidades ingentes de este producto esencial en su dieta, y también como combustible para la iluminación, como lo demuestra la montaña de ánforas olearias conocida como “Testaccio” formada por millones de restos de estos recipientes formando una montaña de más de 50 metros de altura. Estos restos fueron depositados a lo largo de más de trescientos años y en su inmensa mayoría proceden de la Bética si bien la elaboración de aceite llegó a Roma de la mano de griegos y fenicios, aunque serían los romanos quienes lo llegaron a producir a gran escala en las villas, explotaciones rurales en las que también se cultivaban cereales y vid.

Pero el Aceite de Oliva tenía otros usos en la vida cotidiana de los romanos. Quienes realizan ejercicio físico en las termas se untaban el cuerpo con aceite antes de los entrenamientos en la palestra o gimnasio ya que de esta manera de protegían del sol y se hidrataban. Posteriormente se limpiaban con un instrumento curvado de bronce retirando el sudor, el aceite y el polvo. Esta mezcla de suciedad estaba muy cotizada y se vendía a alto precio pues se pensaba que tenía propiedades medicinales.

Por su parte la mitología griega también hace múltiples referencias al olivo e incluso lo sitúa en el mismo origen de la ciudad de Atenas. Se cuenta que el dominio de una colonia era pretendida al tiempo por Palas Atenea y Poseidón. Para solucionar la disputa los dioses del Olimpo pidieron a ambos que ofrecieran a la humanidad un obsequio para así elegir quien de los dos quien era el merecedor de dominar la provincia objeto de litigio. Poseidón ofreció el caballo como poderoso aliado para la guerra, mientras que Palas Atenea hizo brotar del suelo un olivo cuyo aceite sería alimento para los humanos, fuente de luz, óleo para los ungüentos y curación para las heridas. Los dioses se decantaron a favor de Palas en cuya mayor gloría se fundaría la ciudad de Atenas.

Los triunfadores en los juegos olímpicos recibían como premio una corona confeccionada con ramos de olivo, concretamente del olivo sagrado de la Acrópolis, además sus cuerpos eran ungidos con Aceite de Oliva. En las primeras olimpiadas este galardón estaba fabricado con ramas de manzano hasta que Pausianas, tras consultar al oráculo de Delfos, ordenó que se utilizaran las del acebuche u olivo silvestre. Tal era el valor que se otorgaba a esta planta que existían leyes que lo protegían y limitaban su utilización bajo amenaza de severas penas. Así quien osara cortar un olivo del entorno de la Acrópolis, aunque fuera su propietario, podía ver confiscados todos sus bienes e incluso ser condenado al exilio. Los comerciantes de aceite llegaron a construir un templo en Délos en honor al olivo y una estatua a Hércules Olivarius ya que se pensaba que los hijos de los dioses nacían bajo las ramas del olivo y era costumbre llevar a las mujeres embarazadas a dormir bajo los olivos como forma de favorecer una feliz gestación y facilitar el parto.

En Grecia el olivo era también muy apreciado por su madera y muchos instrumentos de los sacerdotes se confeccionaban con este material, así como estatuas de dioses o los cetros de los reyes, ya que tanto el árbol como su madera eran considerados inmortales dada su capacidad para rebrotar tras ser cortado. Se sabe también que al mismo Aristóteles le gustaba ser ungido con Aceite de Oliva antes de sus alocuciones.

Como se puede ver el olivo en la antiguedad era tratado como un árbol con propiedades casi divinas ya que simbolizaba la inmortalidad y la vida, la victoria, la fertilidad y la paz y cuyo origen se encontraba en los Dioses, siendo sus ramas símbolo de tolerancia entre los pueblos.

Autor: Rafael Flores

Fecha: 3 September, 2020

Categorias: Aceite de Oliva Virgen Extra

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